Día de la Obstetricia: un día entre partos que se apagan y desafíos que crecen

(*) Por Dr. Sergio Pasqualini, director de Halitus Instituto Médico y presidente de Fundación REPRO.

Cada 31 de agosto se celebra el Día de la Obstetricia y la Embarazada. Una fecha que históricamente estuvo cargada de alegría, esperanza y nacimientos. Sin embargo, en los últimos años, este día parece ir desdibujándose en un contexto social y demográfico profundamente diferente.

Los números son elocuentes: la natalidad desciende año tras año, no solo en Argentina, sino en casi todo el mundo occidental. Cada vez nacen menos bebés, y las salas de parto –antes colmadas– hoy se sienten vacías en comparación.

La obstetricia, esa especialidad que se formó para acompañar la vida que llega, está viendo cómo sus protagonistas –obstetras, parteras, neonatólogos– asisten a una transformación tan profunda como silenciosa. Las causas son múltiples y complejas. El postergamiento del deseo de tener hijos, las exigencias económicas y laborales, las dificultades para conciliar vida profesional y maternidad, el crecimiento de modelos de vida centrados en la autonomía individual, y en muchos casos, el miedo o la incertidumbre frente al futuro, van configurando un escenario donde la decisión de tener hijos se posterga o directamente se abandona.

A eso, se suma otro fenómeno: las mujeres que llegan al embarazo lo hacen en edades cada vez más avanzadas, lo que implica desafíos médicos mayores, aumento de embarazos de alto riesgo y una mayor tasa de cesáreas, muchas veces inevitables.

La imagen tradicional de la obstetricia centrada en partos espontáneos de mujeres jóvenes se transforma, adaptándose a un nuevo perfil de pacientes y a una medicina que debe acompañar con tecnología, sensibilidad y ciencia a quienes logran concretar su deseo.

Es un cambio de paradigma. Menos partos, más complejidad. Menos espontaneidad, más planificación. Y en el medio, la obstetricia como campo profesional, vocacional y humano, que empieza a sentir ese vacío.

 

¿Podrá revertirse esta tendencia? Por ahora, no se vislumbran cambios profundos. Pero sí hay un llamado a actuar.

  • Revalorar la maternidad como deseo posible y compatible con otros proyectos de vida.
  • Generar políticas públicas que acompañen.
  • Ofrecer información clara sobre los límites biológicos y las posibilidades de preservación de la fertilidad.
  • Educar desde temprano, sin presión, pero con conciencia.

 

En definitiva, cuidar la obstetricia es cuidar el deseo de tener hijos. Es sostener el valor de acompañar la llegada de la vida, en un mundo que muchas veces la posterga sin darse cuenta de lo que puede perder.

Hoy más que nunca, celebrando el Día de la Obstetricia, vale la pena encender esta reflexión. Porque no hay sociedad que crezca sin nacimientos, y no hay nacimientos sin quienes dedican su vida a acompañarlos.