¿Qué nos ofrece la psicología y la psicoterapia en el camino de la búsqueda de un hijo?

Por la Lic. Patricia Martínez (*) 

Muchas veces el camino de la búsqueda de un hijo es difícil, largo y extenuante. Atravesar los tratamientos de fertilidad con el asesoramiento adecuado y con un espacio personal de escucha, permite tomar decisiones más ajustadas a la realidad y posibilidades de cada sujeto.

En la actualidad los tratamientos de reproducción humana asistida transitan en marcos interdisciplinarios, dado que las problemáticas reproductivas muchas veces no tienen una única etiología y por lo tanto tampoco un único modo de abordaje. Por esto salir del atolladero de la infertilidad sólo puede lograrse desde la interacción de varias miradas. La práctica médica debe estar acompañada de dieta, actividad física, modificación de conductas y hábitos, entre otras. Estos cambios son posibles gracias a la intervención de profesionales idóneos que aporten estrategias de acción y recursos orientadas al cambio de posiciones subjetivas que conducen a cambios conductuales.

El acompañamiento psicológico tiene varias aristas a considerar, además de ser un espacio de descompresión emocional, también es un espacio de elaboración de decisiones personales. Decisiones que se deben tomar considerando posibilidades reales y alcances esperables, de manera que sea posible proyectarse en un escenario real, desarmando mitos y fantasías infantiles, derribando supuestos y mandatos.

El espacio de la consulta psicológica es importante, porque en primer lugar habilita la expresión emocional de los procesos angustiosos de cada persona. Luego, abre un canal para que cada uno pueda poner en palabras las connotaciones y los alcances que tiene el hecho de no poder engendrar un hijo. Permite el esclarecimiento de miedos, fantasías y dudas al generarse un espacio de escucha en un contexto adecuado. Si bien el proyecto de tener un hijo puede ser de a dos, el deseo es singular y único, por esta razón las repercusiones de la falta son diferentes en cada persona.

El espacio terapéutico debe aportar un marco para que cada uno pueda expresar lo que siente sin miedo al desborde. Nunca recomendamos “ponete fuerte”,” no pienses”, “relajate y ya te vas a embarazar”. Cada persona debe transitar su proceso y articular los recursos emocionales para enfrentar el tratamiento.

En el espacio terapéutico también se establecen los acuerdos básicos entre los miembros de la pareja o con la persona sola en cuanto a expectativas, creencias y motivaciones para realizar un tratamiento y evaluar las alternativas ofrecidas, como, por ejemplo, la aceptación de gametas donadas. En este punto se aporta información desde lo simbólico y se ajustan conceptos, como, por ejemplo, los diferentes modelos de familia y la diferencia entre biología y genética.

Por último, se definen los diferentes planos de acción para cada persona y/o pareja consultante. Se trabaja sobre las decisiones tomadas en relación al tratamiento, sopesando los pro y contras de la alternativa escogida. Cada tratamiento tiene sus particularidades, e implica ganancias, pero también posibilidades de pérdidas, y en ese caso se proyecta un escenario incluyendo el manejo de la frustración. En este último movimiento se trabaja, además, el hijo desde la perspectiva real e ideal. Se abre el espacio para la proyección y se interroga acerca de idealizaciones y construcciones imaginarias que a veces generan temores y fantasías. Se señalan los temores relativos al tratamiento y se diferencian de aquellos que acompañan a cualquier proceso de búsqueda de embarazo sin la intervención de las técnicas de reproducción asistida.

La búsqueda de un hijo está naturalmente acompañada de temores, fantasías, dudas, incertidumbre, pero también de mucha esperanza, el acompañamiento psicológico, así como los contextos interdisciplinarios son indispensables para transitarlos en un marco de confianza y tranquilidad.

 

(*) MN 24.411, Psicóloga especializada en Reproducción Humana Asistida en Halitus Instituto Médico.

 

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