Cuidemos nuestra salud cardiovascular
Por la Dra. Virginia Busnelli, (MN 110351), Médica especialista en nutrición con orientación en obesidad (*)
En esta columna, me detengo a reflexionar sobre la importancia de cuidar la salud cardiovascular y sobre nuestros hábitos, los cuales pueden ayudar o no a nuestro motor de vida, nuestro corazón.
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de millones de muertes al año, la mayoría podrían haber sido evitadas con acciones de cuidado a nuestra salud, en otras palabras… podemos prevenirlas y nuestro estilo de vida es el puntapié inicial para ello. La Organización Panamericana de la Salud afirma que cada año mueren más personas por enfermedades cardiovasculares que por cualquier otra causa, es por ello que los invito a responder juntos algunas preguntas que sirven como punto de partida para reflexionar sobre cómo podemos controlar mejor la salud de nuestro corazón.
¿Qué comemos?
Muchas veces solemos escuchar acerca de los alimentos que debemos evitar para colaborar con nuestra salud cardiovascular, entre ellos, los que son fuente de grasas saturadas y grasas trans, ya que afectan nuestros niveles de colesterol sanguíneo. En este grupo podríamos incluir a las grasas de origen animal, panificados con mucha manteca o grasa, embutidos, snacks, entre otros. Por otro lado, disminuir el consumo de azúcares simples es otra medida clave y por supuesto limitar el consumo de sal de mesa y de sodio en alimentos ultraprocesados. Si bien esto es importante, también necesitamos preguntarnos qué alimentos SI deberíamos consumir con mayor regularidad.
Para tener en nuestro cuerpo aquellas sustancias, vitaminas y minerales necesarias para mantener una buena salud cardiovascular deberíamos llevar a cabo una alimentación rica en:
- Verduras y frutas de muchos tipos,
- Legumbres (lentejas, garbanzos, porotos),
- Psdeudocereales (quinoa, trigo sarraceno, amaranto)
- Cereales integrales (arroces integrales, avena, mijo, harinas de cereales integrales), semillas (chía, lino, sésamo),
- Frutos secos (nueces, almendras, castañas)
- Pescados con alto contenido de ácidos grasos omega-3 (salmón, sardinas, caballa) u otras fuentes del mismo como nueces, aceite de lino o chía.
Estos son algunos alimentos que podemos preguntarnos si son parte o no de nuestro día a día ya que, en conclusión, una alimentación llena de alimentos reales, saludables y poco procesados es fundamental para cuidar nuestro corazón.
¿Qué bebemos?
Con que nos hidratamos es un aspecto clave para nuestra salud, y por supuesto para nuestro corazón. Nuestro cuerpo es agua, la necesitamos de manera constante para que nuestros órganos funcionen con normalidad. El alcohol no es agua, es una bebida que el cuerpo la reconoce como tóxica y puede dañar el corazón hasta el punto de deteriorar progresivamente su función. Además del alcohol, el consumo de bebidas endulzadas como gaseosas o jugos no es recomendable de manera habitual. Hidratarse con agua o agua saborizada con hiervas y condimentos naturales es una acción de cuidado para nuestra salud.
Y, por último, la copita de vino diaria para ayudar al corazón ha sido un tema controvertido en relación con la salud cardiovascular, les cuento porque… el vino tinto contiene antioxidantes como los polifenoles, en especial el resveratrol, que se relaciona con posibles efectos positivos sobre la salud cardiovascular al mejorar la función de los vasos sanguíneos, aumentar el colesterol “bueno” (HDL) y reducir la inflamación.
Pero para eso no hace falta tomar alcohol, ya que estos efectos se pueden lograr a través de otros alimentos ricos en antioxidantes como frutas y verduras.
La idea de que una copa de vino tinto al día es una “medida de prevención cardiovascular” es una simplificación. No es necesario ni recomendable beber alcohol para cuidar tu corazón, es mucho mejor enfocarse en hábitos de vida saludables.
¿Cuánto ejercicio realizamos?
La actividad física puede ayudar a controlar factores de riesgo para nuestro corazón. Te cuento algunos ejemplos: ayuda a reducir y tratar sobrepeso y obesidad, disminuye la presión arterial, ayuda a mantener los niveles de colesterol y a manejar los niveles de insulina. Todo esto hace que movernos diariamente sea un factor protector para nuestro corazón.
¿Cómo manejamos el estrés?
El estrés es una respuesta natural, pero mantenerlo durante el tiempo, volverlo constante, afecta negativamente nuestra salud. Es una realidad que todos nos enfrentamos al estrés, pero el cómo y cuánto es lo que va a marcar la diferencia.
El estrés crónico es malo para nuestro corazón, colabora con el aumento de la presión arterial y el aumento de los niveles de colesterol en sangre, pero también puede colaborar con que llevemos a cabo otros factores de riesgo como el consumir de alcohol, no descansar bien y el exponernos al tabaco, este último responsable de un gran porcentaje de las enfermedades cardiovasculares. Se deben abordar acciones para que el estrés no acabe afectando a nuestro corazón, fundamentalmente a través de la búsqueda de ayuda profesional para abordar nuestra realidad de la mejor manera posible.
Hay que reflexionar acerca de cómo cuidamos nuestro corazón, que hacemos para proteger nuestro motor de vida y el de las personas que nos rodean. Nunca es tarde, nuestros hábitos son el camino hacia una realidad futura que, por qué no, puede tener un corazón sano.
(*) Directora del Centro de Endocrinología y Nutrición CRENYF