13 de Junio: San Antonio de Padua
San Antonio de Padua es uno de los santos con mayores fieles en el mundo. Todos los 13 de junio -en coincidencia con el aniversario de su fallecimiento- sus seguidores lo recuerdan y le rinden homenaje.
¿Quién era San Antonio? ¿Por qué lo llaman el protector de los enamorados? ¿Cómo honrarlo? ¿Cómo rezarle? … Lo sabrá al leer esta nota.
Para el credo popular los santos son los mediadores entre Dios y los hombres.
La angustia ante una ingrata e inmanejable circunstancia y/o fatalidad, la desesperación ante una enfermedad, un conflicto laboral o una desagradable situación imprevista es motivo suficiente para que el común de la gente invoque a su santo predilecto a los efectos de solicitarle su intercesión ante Dios para que éste conceda la gracia solicitada.
Muchos entregan su fidelidad a aquel santo cuyo nombre sea semejante, o a aquel cuyo día de festividad coincida con la fecha de nacimiento del creyente; en tanto otros veneran a quien simbolice la solución de un problema en cuestión. Así surge la devoción por San Cayetano, para muchos el patrono del trabajo o la providencia; o San Pantaleón, el de los enfermos.
En el caso de San Antonio de Padua, se lo liga especialmente a favores sentimentales. Por eso lleva el mote de “El santo del amor”.
Sin embargo, sus seguidores coinciden al afirmar que el alcance de las gracias concedidas por este santo son amplísimas y van mucho más allá de las cuestiones del corazón.
“No en vano, la ‘cruzada de la fe’ más conocida que se realiza con él es una novena (que debe iniciarse un martes, y continuarla una vez por semana, o sea: nueve martes seguidos) en la cual junto a una vela blanca encendida se lee una oración impresa en un papel con formato de zapatilla y luego se le piden tres favores: el primero en finanzas o trabajo, el segundo en salud y el tercero ligado a una cuestión supuestamente imposible de resolver por propia voluntad” -nos dijo la Sra. Carmen en el templo de San Antonio, ubicado en San Antonio de Padua.
¿Quién era San Antonio?
Su nombre verdadero era Fernando Buillón. Nació en Lisboa (Portugal) el 15 de Agosto de 1195. En su niñez concurre a la escuela de la Catedral y vive en un ambiente de riqueza y seguridad económica.
A los 18 años decide ser sacerdote, conoce a los frailes franciscanos y entusiasmado por el ideal de pobreza ingresa a esa orden en el año 1220. Allí adoptó el nombre de Antonio.
Fue un hombre de mucha oración y un gran predicador que movía los corazones a la conversión. Conocía el evangelio como nadie y lo transmitía con claridad y precisión.
Dice la leyenda, que en una noche de oración le sucedió algo extraordinario: Antonio recibe ‘milagrosamente’ en sus brazos al niño Jesús (suceso reflejado en la actualidad en estampitas o donde haya una imagen de él). Este episodio quiso que se ocultara hasta después de su muerte.
Gravemente enfermo solicitó que lo llevaran a Padua (Italia) y allí recibió la unción de los enfermos y la comunión.
Luego, lleno de Fe y alegría, exclamó: “Veo a Mi Señor”. Y poco después, entregó su alma a Dios. Fue un 13 de junio de 1231 -tenía 36 años- y por ese motivo en ese día y mes sus fieles de todo el mundo le rinden homenaje.
Por su lucha junto a los pobres, la calidad y peso de sus sermones (escribió dos tomos) y sus milagros, fue canonizado el 30 de mayo de 1232.
Precisamente por sus milagros y la devoción de sus seguidores, San Antonio es muy reconocido en todas las latitudes, sobre todo en Europa y en especial en España, Italia y Portugal.
En estas tierras, fue con la llegada de los conquistadores a América que su fama se difundió por todo el continente. En la época virreinal, era común ver los altares caseros en los cuales las jóvenes encendían velas y formulaban secretos pedidos al santo.
Por su fama de intercesor en el plano de los sentimientos, a través de los años se hizo muy popular en todo el mundo y es nombrado en numerosas canciones y refranes que hablan de amor.
¿Por qué es el Santo del Amor?
En un pueblo italiano, aquellos que contraían deudas y pasaban por dificultades a la hora de afrontarlas, eran apresados y sus esposas obligadas a prostituirse para así saldar las deudas de sus maridos.
De esta forma, muchas familias quedaron desprotegidas y virtualmente destruidas. Antonio, desafió al poder de turno y luchó para que se sancione una ley que deje sin efecto esos procedimientos.
Y lo logró. Los presos quedaron libres, las mujeres nunca más fueron sometidas en ese pueblo, y muchas familias volvieron a unirse.
En el film cinematográfico que cuenta la vida de este santo, puede verse como Antonio convence al gobierno de turno para que sancione esa ley poniendo en riesgo su propia vida. ¿De qué forma? Cena mediante, las partes estaban departiendo ideas y Antonio fue invitado a comer un plato envenenado para que demuestre su poder. ¿Cuál fue el resultado?: Salió ileso.
San Antonio logró unir y consolidar muchísimas familias luego de sancionada dicha Ley. –
¿Cómo Honrarlo?
Levante en algún lugar íntimo de su casa un pequeño altar con la imagen de San Antonio. Rece con frecuencia y ofrézcale oraciones en su honor .
Puede hacerlo junto a una vela blanca; y a su vez, una buena forma de congraciarse con él es acercándole un ramito de flores blancas (símbolo de la pureza de los sentimientos).
Otra manera de rendirle homenaje es rezando un rosario por día a lo largo de una semana entera. La importancia de esta acción guarda relación con la devoción que Antonio tenía por la Virgen María y el Niño Jesús.
Si usted está en pareja, se recomienda poner junto a imagen de este santo algún objeto personal que simbolice esa unión (una carta íntima, una tarjeta regalada, la foto de ambos…). Esto hace a la historia de los dos.
¿Cómo orarle a San Antonio?
Puede hacerlo de este modo:
1) “Glorioso San Antonio, intercesor poderosísimo, te ruego que tomes bajo tu paternal cuidado mi alma, mi cuerpo, mi vida y todas mis cosas, bien seguro de que nada podrá dañarme en este mundo y de que todo me saldrá bien bajo tu vigilancia.
Recomienda mis necesidades y manifiesta mis miserias al Padre de la Misericordia y Dios de todo consuelo, para que por tus méritos se digne confortarme en su santo servicio, consolarme en mis aflicciones, librarme de mis males pasados, presentes y futuros; y darme fuerza para sobrellevar con resignación todos mis trabajos.
Estas gracias te las pido no solo para mí, sino para todos los que las necesiten.
¡Así sea!”
2) “¡Oh, admirable protector mío:
San Antonio de Padua!
Tú, que serviste a la virgen María y al Niño
Jesús y obtuviste de ellos muchos favores,
rogadles por mí para que por vuestra poderosa intercesión
me concedan lo que deseo.
(aquí puede realizar sus pedidos).
Te ruego me concedas el obtener su gracia y contar
con el deseo que ahora pido.
Para gloria de mi alma.
Amén”.
3) “Dios Nuestro, refugio en las fatigas, fuerza en la debilidad, consuelo en la tristeza; haz que puesta toda nuestra confianza en tu Providencia, por intercesión de San Antonio encontremos todas las cosas, tanto espirituales como materiales que necesitamos o hayamos perdido.
Por Cristo Nuestro Señor: Amén”.