Federico Almada, el presidente que revolucionó a San Miguel
Es con un proyecto que sacude el ascenso: “Esto es como un Football Manager, pero en la vida real”, asegura. Utilizó el modelo de gestión de su exitosa organizadora de eventos, Jano’s, para salvar el club de su infancia y transformarlo, con un enfoque empresarial del fútbol. Hoy San Miguel es un serio candidato a ascender a Primera División.
“El club estaba muerto. Cuando llegamos en 2022, la situación era crítica: no había agua caliente en los vestuarios, las canchas eran un desastre y los empleados cobraban sueldos muy bajos. Fue un proceso doloroso, pero necesario”, describe Federico Almada, de 34 años, presidente del Club Atlético San Miguel, quien cuenta cómo trasladó la estructura organizacional y la cultura de trabajo de su empresa de salones de fiestas, Jano’s, para revitalizar al Trueno Verde, como se lo conoce al equipo que cuenta con varias figuras con pasado en la primera división y un DT de renombre como Sebastián Battaglia.
Al cruzar la puerta principal de la sede, uno siente que ha entrado en una institución de Primera mucho antes de que su equipo logre el ascenso. No es el típico club social del conurbano, donde todo parece detenido en el tiempo. En cambio, un gran mostrador atendido por un grupo de jóvenes con notebooks y aspecto de recepcionistas de empresa multinacional sugiere que allí se cuece algo distinto. Un cartel contundente en la entrada advierte: “Está prohibido ingresar con camisetas de otros clubes”. Un mensaje que deja en claro la ambición de equipo grande, alejado de esa costumbre tan arraigada en el ascenso, donde los hinchas viven amores paralelos y el club del barrio ocupa, apenas, un segundo lugar en sus corazones.
El vínculo de Almada con San Miguel comenzó mucho antes de que asumiera como presidente. De chico, había jugado en las divisiones inferiores. Sin embargo, fue poco antes de la pandemia cuando su destino y el del club volvieron a cruzarse. “El interventor era cliente de Jano’s y, al saber que siempre me gustó la gestión y el fútbol, me propuso ayudar. En ese momento, tenían embargado el cheque de la AFA, las cuentas estaban en rojo y no había prácticamente recursos”, recordó.
En plena pandemia, en 2021, la institución se encontraba en convocatoria de acreedores, sumida en la precariedad y con su futuro en jaque. A su vez, la empresa de salones de fiestas del actual presidente también navegaba en aguas agitadas en ese momento. Pero eso no fue una limitación para el empresario, quien comenzó a involucrarse de lleno en la gestión del club.
Siendo un histórico del ascenso argentino, San Miguel fue el inesperado protagonista del mercado de pases 2025. Con la llegada de figuras de renombre y la contratación de Sebastián Battaglia como director técnico, despertó tanto el entusiasmo de sus hinchas como la sorpresa del ambiente futbolístico. Sin embargo, detrás del impacto deportivo, emerge la figura de Almada, el joven presidente que, con un perfil tan carismático como disruptivo, busca transformar al club desde sus cimientos.
Aceptó el desafío casi sin dudarlo. Lo que comenzó como una colaboración puntual se transformó, poco a poco, en un compromiso de vida. “Yo era hincha de Boca, pero hoy mi corazón está en San Miguel. Ahora miro un partido de Boca y no me pasa nada”, confesó. Sin levantar la voz y a fuerza de argumentos, el joven presidente busca dejar en claro que su proyecto va más allá de la notoriedad personal y se convirtió en un propósito de vida.
“Los primeros años en el club fueron bravos porque tuvimos que cambiar la mentalidad y desarmar situaciones que estaban instaladas, pero creo que a partir de los resultados fuimos convenciendo a los socios y hoy tenemos su apoyo”. Las transformaciones estructurales y la apuesta a una gestión profesional comenzaron a rendir sus frutos, marcando el camino de un club que hoy sueña en grande.
Para Federico Almada, ponerse al frente de San Miguel fue mucho más que una decisión empresarial: fue la realización de un sueño de toda la vida. “Siempre me apasionó manejar un equipo, no solo desde lo deportivo sino desde lo organizativo. Era como un Football Manager en la vida real”, comparó, en alusión al célebre videojuego de gestión futbolística que incluso algunos entrenadores profesionales utilizan. Pero, a diferencia del mundo virtual, aquí no había margen para simulaciones.
Para concretar el salvataje, Almada no solo aportó su conocimiento, sino también su propio dinero. “El club debía sueldos, tenía embargos y no generaba ingresos. Lo primero que hice fue donar fondos para levantar las inhibiciones. Esos aportes los regalamos al club, no fue un préstamo”, remarcó. Su empresa sigue participando a través de un contrato de sponsoreo: “Mi contrato con San Miguel es como el de Chango Más con River o el de Betsson con Boca”, comparó, buscando desmitificar las especulaciones sobre el origen de los fondos.
El empresario no ocultó que la publicidad en la camiseta también impulsó su negocio. “Agarré a San Miguel y mi empresa creció un 100%. Llámenlo como quieran, capaz fue casualidad”, admitió. Además, subrayó el impacto que trajo esta notoriedad: “Mi empresa se benefició mucho con la exposición mediática del club. Todos los medios hablan de San Miguel y, al mismo tiempo, hablan de Jano’s”.
Durante su gestión, San Miguel volvió a la Primera Nacional, logrando el ascenso desde la B Metropolitana. En la última temporada, el equipo alcanzó las instancias del reducido, aunque fue eliminado por Deportivo Madryn en la primera ronda, quedándose al margen del segundo ascenso a la élite del fútbol argentino.
En paralelo, junto a su hermano Gastón, de 44 años y actual tesorero del club, lidera Jano’s, la mayor compañía de salones de fiestas y eventos del país. Lo que comenzó en 1993 con una casona en José C. Paz, hoy se traduce en más de 70 locales en el conurbano bonaerense y la Ciudad de Buenos Aires, con una estructura que emplea a más de 1.500 personas y alcanza una facturación mensual de 3.500 millones de pesos, según explicó el propio empresario.
Con un discurso siempre apasionado, Almada trasladó a San Miguel un modelo de gestión empresarial. “Cuando llegamos, el club era casi una cooperativa. Los empleados se manejaban con cajas propias, cada deporte se autogestionaba y no había un liderazgo definido. Ordenamos la estructura, designamos responsables y profesionalizamos todas las áreas”, recordó el dirigente, destacando la transformación institucional que atravesó el club. En los primeros pasos, incluso, no dudó en utilizar la estructura corporativa de Jano’s para ayudar al club: “Presté empleados a San Miguel para tareas administrativas. Ellos trabajaron ad honórem hasta que el club empezó a generar ingresos. Ahora ya tenemos un equipo propio y profesional”, contó.
Imponer su visión no fue tarea sencilla. Almada admite que enfrentó resistencia, especialmente de aquellos con años de historia en el club que se mostraban reticentes al cambio. “Mi política fue darles la oportunidad de sumarse al proyecto, pero algunos no lo lograron y tuvimos que tomar decisiones difíciles”, confesó sin rodeos. Su enfoque empresarial trajo consigo la creación de áreas específicas y la digitalización de procesos administrativos. “Rompimos con ‘kioscos’ y con maneras de hacer las cosas que llevaban muchos años. Entiendo que eso generó recelos, pero hoy se ven los resultados”.
Sin embargo, no estuvo exento de acusaciones en estos años, a las que respondió contando lo que han logrado hasta ahora: “Arrancamos con 500 socios, el equipo de fútbol estaba en la Primera C peleando por no descender y cada actividad se manejaba de manera separada, juntando pesito por pesito para poder subsistir. Hoy tenemos más de 10.500 socios, mejoramos el estadio y las instalaciones del club, le damos servicio y formamos un plantel de primer nivel que busca pelear arriba”, subrayó Almada, sin ocultar el orgullo.
Convencido de la importancia de una administración ordenada y transparente, Almada detalló las claves económicas que sostienen el proyecto de San Miguel. La institución no solo multiplicó su cantidad de socios, principal fuente de ingresos, sino que también optimizó recursos propios, como el gimnasio que cuenta la sede, que “genera 50 millones de pesos al mes”, y un “bar propio, que factura hasta 12 millones”. El presidente fue enfático en remarcar que “todo se reinvierte en el club”, aclarando que no tiene “sueldos ni beneficios personales”.
El modelo de negocio de San Miguel no ha estado exento de polémica. Desde distintos sectores han surgido cuestionamientos que insinúan la posibilidad de una Sociedad Anónima Deportiva encubierta, un fantasma que suele rondar en el fútbol de ascenso. “Ahora la resistencia la tenemos de afuera, de aquellos que nos acusan de que vinimos a robar, a lavar dinero o a convertir a San Miguel en una SAD, sin conocimiento ni información”, advirtió Almada. “Todo lo que entra al club es dinero declarado y se maneja con total transparencia”.
Ante las acusaciones de algunos sectores, se le consultó a los hinchas sobre el tema: “El club tiene superávit, todo está documentado y los socios tienen voz y voto. No hay margen para pensar en una Sociedad Anónima Deportiva, como dicen algunos”, dijo Javier Moyano.
Matías Haidbañer, otro socio del club, opinó: “Almada no solo da la cara sobre el origen del dinero, sino que el club presenta superávit y todo está documentado. No es como en otros clubes donde nadie sabe de dónde sale la plata”. Además, calificó la gestión de Federico Almada como “lo mejor que le pudo haber pasado al club en los últimos 30 o 35 años”, reforzando la idea de transformación positiva que plantea el presidente.
Almada sostiene que su proyecto trasciende los números y los logros deportivos: “A mí me genera un placer enorme ayudar a la gente. Cuando alguien me dice ‘gracias’ o veo a una familia disfrutando de las instalaciones, siento que todo valió la pena”. En este sentido, subrayó: “Mi objetivo es que San Miguel se convierta en un verdadero espacio de contención social, donde los chicos puedan practicar deportes y las familias encuentren un refugio seguro. Esto no se trata solo de fútbol, se trata de construir comunidad”.
Fundado en 1922, el Club Atlético San Miguel ha recorrido todas las categorías del ascenso argentino, forjando su identidad en cada escalón. Su regreso a la Primera Nacional, tras 23 años de ausencia, no solo fue un logro deportivo, sino también el puntapié inicial de una nueva etapa para la institución. Conocido por su fervorosa hinchada, el Trueno Verde no solo apostó a mejorar su infraestructura, sino que también armó un plantel competitivo.
El mercado de pases de San Miguel trajo consigo nombres de peso, en una apuesta que resonó en todo el fútbol argentino. Entre las incorporaciones más destacadas se encuentran Brahian Alemán, el talentoso uruguayo de 35 años con pasado en Gimnasia y Tigre; Gino Peruzzi, lateral de 32 años con experiencia en Vélez, Boca y San Lorenzo; y Cristian Erbes, mediocampista curtido en el xeneize y excompañero del entrenador. Además de sumar jugadores con trayectoria en la máxima categoría, la dirigencia también reforzó el plantel con figuras de la Primera Nacional, como Agustín Lavezzi, sobrino del Pocho y goleador de Tristán Suárez. Estas incorporaciones forman parte de una lista que se extiende hasta los 15 nombres, una muestra más del objetivo de impulsar al equipo hacia el ansiado ascenso a la Primera División.
San Miguel arrancó una nueva temporada en la Primera Nacional. Con apenas tres fechas disputadas en el campeonato, con dos victorias y una derrota, se ubica en la tercera posición del Grupo A. Cada zona cuenta con 18 equipos. ”Mi sueño es llevar al club a Primera División, pero siempre con una base sólida y un crecimiento sostenible. Este es un proyecto a largo plazo, donde cada decisión busca beneficiar a San Miguel y a su gente”, cerró Federico Almada.
El entusiasmo del presidente es palpable, y los antecedentes del pequeño imperio comercial que construyó junto a su hermano, casi desde la nada, son una credencial difícil de cuestionar. Sin embargo, el fútbol argentino ya ha visto empresarios que llegaron con proyectos faraónicos, lograron éxitos efímeros y, al marcharse, dejaron clubes endeudados. Ejemplos sobran: Deportivo Mandiyú, que tuvo a Diego Armando Maradona como entrenador, hoy deambula en el Torneo Regional Amateur; Sportivo Barracas, rebautizado como Barracas Bolívar, nunca despegó y milita en la Primera C; y Loma Negra, empresa de los 80, armó un equipo de estrellas que llegó a vencer a la selección de la Unión Soviética, antes de desvanecerse.
La fórmula del “empresario salvador” que abandona el barco a mitad de camino es conocida, y los Almada no solo compiten contra adversarios deportivos y detractores internos que se resisten al cambio, sino que también luchan contra la sombra de esos antecedentes que aún resuenan en el ascenso. “San Miguel peor de lo que estaba no va a poder estar nunca porque el club estaba por desaparecer y ahora está realmente muy bien”, se defendió Almada, consciente de las comparaciones. “Nosotros estamos dejando obras: una tribuna nueva, la cancha sintética, todo el predio renovado. Nos vayamos o no, el club no le debe nada a nadie. No estamos comprometiendo su patrimonio ni tomando préstamos”, remarcó.
El presidente también dejó en claro que, aun en el peor de los escenarios, los logros ya obtenidos son un legado imborrable: “Hace tres años que nos va bien, y eso no lo borra nadie. El ascenso, los títulos, las obras… Eso está, eso pasó, sucedió”.
(Fuente: La Nación / Por Augusto Sanz y Rodrigo Nardillo).