Autocuidado: construyamos pequeños gestos conscientes
Escribe: Dra. Virginia Busnelli (MN 110351) Medica especialista en Nutrición. Presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición.
Cada 24 de julio se celebra el Día Mundial del Autocuidado, una fecha que nos recuerda que tenemos la capacidad de mejorar nuestra calidad de vida a través de acciones diarias, muchas veces más simples de lo que imaginamos. En un contexto que puede volverse complejo y demandante, este mensaje cobra hoy más sentido que nunca.
Las exigencias del día a día, el estrés crónico, el ritmo acelerado, la vida digital, las dificultades económicas y el fácil acceso a alimentos ultraprocesados pueden arrastrarnos hacia un estilo de vida que nos aleja del bienestar. Y frente a esto, el cuerpo habla: ansiedad, insomnio, trastornos digestivos, aumento del sedentarismo y un gran aumento de enfermedades no transmisibles son algunas de las formas en que esa desconexión se manifiesta.
El Dia Mundial del Autocuidado se conmemora el día 24 del mes 7, como un recordatorio de que el autocuidado debería acompañarnos las 24 horas del día, los 7 días de la semana. En este contexto, hablar de autocuidado puede sonar abrumador. ¿Cómo se supone que debo ocuparme de mi salud “24/7”? Y la realidad es que, si lo entendemos como una exigencia permanente, incluso obsesiva, el autocuidado puede volverse un nuevo motivo de culpa o estrés. Pero esa no es la idea, cuidarnos no es hacer todo perfecto ni vivir controlando cada decisión, sino construir pequeños gestos conscientes que atraviesan muchas dimensiones de nuestra vida y que, día a día, nos van acercando al bienestar.
Hablar de autocuidado es hablar de descanso, de alimentación, de movimiento, de vínculos sanos, de poner límites, de saber pedir ayuda médica cuando se requiere. No es una lista de tareas a cumplir, es una forma de escucharnos, una invitación a una forma de vivir más conectados con nuestras necesidades físicas, emocionales y mentales.
Muchas veces, cuando decimos “voy a empezar a cuidarme”, lo hacemos desde una idea muy limitada. En nuestra cultura, fuertemente influenciada por mandatos estéticos, el autocuidado suele reducirse a “moverse más y comer menos”. Pero hoy, les propongo otra cosa: mirar el autocuidado desde una perspectiva más amplia, más humana, más real. Como primer acto de autocuidado los invito a parar y mirarnos. Tomarnos un momento para sentarnos con una hoja y una lapicera, y preguntarnos: ¿Cómo estoy? ¿Cómo está mi descanso? ¿Cómo me estoy alimentando, no solo en cantidad, sino en calidad y disfrute? ¿Cómo me siento emocionalmente? ¿Estoy pudiendo moverme o conectar con mi cuerpo? ¿Cómo están mis vínculos, mis espacios de placer, mi capacidad de decir que no? ¿Cómo está mi área médica, mis controles?
A partir de ahí, no se trata de hacer todo perfecto ni de cambiarlo todo de golpe. Podemos preguntarnos: ¿cuáles de estas acciones son posibles para mí hoy? Tal vez puedo empezar por algo pequeño y accesible y con el tiempo, escalar hacia otras más profundas.
El autocuidado no es un ideal lejano, es una práctica diaria, personal y en constante evolución. Y si cada día intentamos escuchar un poco más lo que necesitamos ya estamos caminando hacia una forma de vivir más saludable y más amorosa con nosotros mismos.
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