Una reflexión ante el Día del Periodista, que es el 7 de junio
Por: Marcelo Fabián Violini
“Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tirano, sin destruir la tiranía”: Mariano Moreno.
Esta convicción fue, seguramente, la que llevó a Mariano Moreno a fundar, el 7 de junio de 1810, la “Gazeta de Buenos Ayres”, primer periódico de nuestra Argentina independiente. El concepto de que “el pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes” estaba incluido en la orden de fundación emanada de la Primera Junta.
Desde 1938 se celebra en esta fecha en Argentina el Día del Periodista.
Por ello, desde este espacio saludamos a todos aquellos colegas periodistas que, comprometidos con la sociedad, siguen llevando adelante los conceptos de Mariano Moreno entendiendo que el pueblo “debe” saber de qué se trata.
El 7 de Junio de 1810, Don Mariano Moreno, fundó el órgano oficial del Gobierno Revolucionario: La Gaceta de Buenos Aires. “El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes y, el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El Pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, deben aspirar a que nunca puedan obrar mal. Para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo Periódico Semanal con el título de Gaceta de Buenos Aires.
El respeto a la verdad, el sencillo e inmediato homenaje que día a día ha de prestarse a la verdad, debe guiar a todos y cada uno de los pasos del periodista que aspira a representar su papel con dignidad.
(*) 12 Mandamientos del Nobel Camilo José Cela
El periodista debe:
I. Decir lo que acontece, no lo que quisiera que aconteciese o lo que imagina que aconteció.
II. Decir la verdad anteponiéndola a cualquier otra consideración y recordando siempre que la mentira no es noticia y aunque por tal fuere tomada, no es rentable.
III. Se tan objetivo como un espejo plano; la manipulación y aun la mera visión especular y deliberadamente monstruosa de la imagen o la idea expresada con la palabra cabe no más que a la literatura y jamás al periodismo.
IV. Callar antes que deformar, el periodismo no es ni el carnaval, ni la cámara de los horrores, ni el museo de figuras de cara.
V. Ser independiente en su criterio y no entrar en el juego político inmediato.
VI. Aspirar al entendimiento intelectual y no al presentimiento visceral de los sucesos y las situaciones.
VII. Funcionar acorde con su empresa quiere decirse con la línea editorial ya que un diario ha de ser una unidad de conducta y de expresión y no una suma de parcialidades; en el supuesto de que la coincidencia de criterios fuera insalvable, ha de buscar trabajo en otro lugar ya que ni la traición (a si mismo, fingiendo, o a la empresa, mintiendo), ni la conspiración, ni la sublevación, ni el golpe de estado son armas admisibles. En cualquier caso, recuérdese que para exponer toda la baraja de posibles puntos de vista ya están las columnas y los artículos firmados.
VIII. Resistir toda suerte de presiones: morales, sociales, religiosas, políticas, familiares, económicas, sindicales…, incluidas la de la propia empresa.
IX. Recordar en todo momento que el periodista no es el eje de nada sino el eco de todo.
X. Huir de la voz propia y escribir siempre con la máxima sencillez y corrección posibles y un total respeto a la lengua. Si es ridículo escuchar a un poeta en trance, ¡qué podríamos decir de un periodista inventándose el léxico y sembrando la página de voces entrecomilladas o en cursiva!.
XI. Conservar el más firme y honesto orgullo profesional a todo trance y, manteniendo siempre los debidos respetos, no inclinarse ante nadie.
XII. No ensayar la delación, ni dar pábulo a la murmuración ni ejercitar jamás la adulación; al delator se le paga con desprecio y con la calderilla del fondo de reptiles; al murmurador se le acaba cayendo la lengua, y al adulador se le premia con una cicatera y despectiva palmadita en la espalda.