En ésta semana patria…

Escribe: Dr. Prof. Carlos Víctor Zalazar

(*) 25 de mayo de 1810

Los criollos, reunidos en la Plaza Mayor (hoy la Plaza de Mayo) esperan las novedades del día al grito de: “El pueblo quiere saber de qué se trata”. Ese viernes, hace 215 años, los cabildantes reconocieron la autoridad de la Junta Revolucionaria y formaron de esta manera el primer gobierno patrio.

El encabezamiento del acta decía: “En la muy noble y muy leal ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa María de Buenos Aires, a 25 de Mayo de 1810: sin haberse separado de la Sala Capitular los Señores del Exmo. Cabildo, se colocaron a la hora señalada bajo de docel, con sitial por delante, y en él la imagen del Crucifijo y los Santos Evangelios; y comparecieron los Señores Presidente y Vocales de la nueva Junta Provisoria gubernativa, D. Cornelio de Saavedra, Dr. D. Juan José Castelli, Licenciado D. Manuel Belgrano, D. Miguel de Azcuénaga, Dr. D. Manuel Alberti, D. Domingo Mateu y D. Juan Larrea; y los Señores Secretarios Dr. D. Juan José Passo y Dr. D. Mariano Moreno, quienes ocuparon los respectivos lugares que les estaban preparados”

 

(*) El 25 de Mayo de 1810 es la fecha patria más importante, ya que ese día se sentaron las bases para el desarrollo del país y muchas de las costumbres de esa época quedaron arraigadas en la cultura popular.

CELEBRAMOS el DÍA PATRIO en distintos eventos y con familias pero… Que se comía en aquellos tiempos?

 

Lo salado:

-Las empanadas criollas son un ícono de las fiestas populares argentinas. Las provincias que compiten para ver cuál es la que tiene las mejores empanadas son Salta, Jujuy y Santiago del Estero. Carne cortada a cuchillo, aceitunas, pasas, cebolla y huevo picado suelen ser los ingredientes utilizados, que le dan un sabor único. Cada provincia tiene sus pequeñas variaciones en la receta o en las técnicas de cocción, por lo que vale la pena probarlas para elegir la favorita.

-El locro es un alimento que incluso tiene su aparición en la música popular, formando parte de la letra de muchas canciones. En el norte, desde Córdoba a Jujuy, el trigo y el maíz son dos componentes destacados en la alimentación de los lugareños.

Para el locro, la olla con maíz blanco al fuego es algo de lo más clásico, y puede agregársele zapallo. Otros ingredientes posibles son panceta, chorizo colorado, porotos, puerro, según las calorías que se quieran sumar.

-La carbonada consiste en trocitos de carne cocinados en agua y sal, y se puede usar también calabaza, y cebada y trigo en la olla.

-El asado es una comida asociada a lo gauchesco, que ya está incorporada a muchas reuniones de fin de semana. “El asado del domingo”, con amigos o familia, es una tradición fuertemente arraigada en las costumbres de los argentinos.

 

(*) El cabildo de Buenos Aires fue escenario central de la Revolución de Mayo de 1810, que derrocó al virrey español Baltasar Hidalgo de Cisneros y derivó en la guerra que llevó a la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

El edificio del cabildo se halla situado en la calle Bolívar N°. 65, en donde ocupa un solar asignado para él por el fundador de la ciudad, Juan de Garay, frente a la Plaza de Mayo, el centro fundacional de la ciudad.

Fue declarado monumento histórico nacional en 1933 y fue objeto de sucesivas alteraciones, fijándose su aspecto actual en 1940.

 

(*) 25 de mayo de 1812

Solemnemente celebra Belgrano el segundo aniversario de la Revolución, haciendo bendecir la bandera blanca y celeste, por el canónigo Gorriti en la Catedral de Jujuy e izada en el Cabildo en vez del estandarte real.

La ceremonia comenzó en las primeras horas del 25 de mayo de 1812. El barón de Holmberg, militar austríaco puesto al servicio de las armas patriotas, salió de la posada donde se alojaba Manuel Belgrano, que se cree estaba ubicada en la actual esquina de Belgrano y Senador Pérez, donde funciona el Registro Civil.

Acompañado por las tropas, Holmberg llevaba la bandera que fue saludada con una salva de quince cañonazos. La comitiva se dirigió al Cabildo, en cuyos balcones el barón procedió a enarbolarla, ante exclamaciones de la multitud.

Luego, en la Iglesia catedral y con la presencia de funcionarios, efectivos militares y vecinos se celebró una misa con tedeum y a su finalización, Manuel Belgrano mandó a traer la enseña y tomándola por el asta, se la presentó al canónigo Juan Ignacio de Gorriti, quien la bendijo solemnemente para luego pronunciar desde el púlpito una oración alusiva, con lo cual el poder religioso, que según la creencia de la época mandaba en todo el orbe, avalaba el nacimiento del nuevo país.

Después de la bendición, nuestro prócer entregó la bandera a Holmberg para que la regresara a los balcones del Cabildo, mientras los cañones repetían las salvas. Por la tarde en la plaza, tuvo lugar la ceremonia militar. Allí se formó el ejército y el jefe se dirigió al Cabildo siendo recibido por las autoridades locales; en persona retiró la bandera y se trasladó al centro de la plaza desde donde formuló una proclama a las tropas que constituye toda una declaración de independencia al presentar a ese paño como la insignia que “os distingue de las demás naciones del globo”.

“Soldados de la Patria, no olvidéis jamás -les dice luego- que nuestra obra es de Dios; que él nos ha concedido esta bandera, que nos manda que la sostengamos, y que no hay una sola cosa que no nos empeñe a mantenerla con el honor y decoro que corresponde. Nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros hijos, nuestros conciudadanos, todos, todos, fijan en vosotros la vista y deciden que a vosotros es a quienes corresponderá todo su reconocimiento si continuáis en el camino de la gloria que os habéis abierto. Jurad conmigo ejecutarlo así, y en prueba de ello repetid: ¡Viva la Patria!”.

Los militares prestaron el juramento y los vecinos se asociaron a las expresiones, mientras la artillería hacía tronar los cañones.

En medio de aclamaciones Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano regresó a la casa donde se alojaba llevando él mismo la bandera y acompañado por el PUEBLO que la juró con toda solemnidad.