Desarrollo artístico en personas con discapacidades mentales

Por: Claudio Omar Antunovich – El Licenciado Claudio Calomiti trabaja con personas que presentan diferentes grados de discapacidad mental, utilizando el arte como método terapéutico.

La idea es lograr que puedan llegar a expresar lo que sienten por intermedio de estas actividades, siendo las mismas un vehículo óptimo para auto reconocerse y poder ser reconocidos por los demás.

Claudio Calomiti, es Licenciado en Psicología y Profesor de Música.

Nuestro vínculo nació merced a sus numerosos trabajos en San Isidro, Martínez, Munro y San Fernando.

Empezó a estudiar piano a los cinco años, recibiéndose de profesor de Música en el Conservatorio Williams, en 1979.

Sin abandonar la música se inclinó por la Psicología, egresando tiempo después con el título de Licenciado.

En un momento de su vida las circunstancias hicieron que ambas profesiones se crucen y hoy pueda ejercer las dos en forma asociada.

– El tema que nos reúne se vincula con las personas que presentan diferentes grados de deficiencias mentales y la pregunta es tan esperada como obligada: ¿Cuáles son los motivos por los cuales una persona puede llegar a sufrir una discapacidad mental? (le consultamos).

– Bueno, varios y por diferente índole. Antes de nacer: por alcoholismo materno; o por haber padecido enfermedades como rubiola entre el segundo y tercer mes de embarazo.

En el momento del nacimiento: por un mal paso por el canal, como así también por el uso indebido del forceps.

Y pos natal: por factores como deshidratación; desnutrición; altas temperaturas; epilepsia (que al producir convulsiones puede llegar a lesionar las células neuronales, la cual no se regenera).

Sin embargo, te aclaro que la epilepsia no siempre trae una discapacidad.

Pero también influyen factores emocionales, como el lugar que se le da al chico dentro de la familia; o factores cromosómicos, como es el caso del Síndrome de Down (debido a una falla genética).

– ¿ Lo que usted hace es musicoterapia?

– No. Yo apunto a producir artísticamente a una persona discapacitada a través del piano o del órgano. La idea es que se puedan llegar a soltar y que puedan expresar a través de la música todo lo que sienten: sus enojos, broncas, angustias, inquietudes y también sus alegrías.

 – La tarea no es para nada sencilla…

– Por supuesto. Tengo que reconocer que el principio tuve muchos inconvenientes ya que no había tenido ninguna experiencia laboral con personas discapacitadas, pero la cosa se fue simplificando. Aquí se aprende muchísimo con el trato diario y el contacto permanente.

Precisamente, del fruto de relación que mantenés con ellos es como aprendés a tratarlos y a comunicarte en buena forma.

Así las cosas, los logros alcanzados son impresionantes.

– ¿ Cómo llegó a darse cuenta que podía desarrollar artísticamente, y con éxito, a personas con diferentes grados de deficiencia mental?

– Debido a mi escaso conocimiento frente a este tipo de casos es que me resultaba muy dificultoso el trato, y en algunos casos, la comunicación.

Entonces, lo primero que hice fue agarrar la guitarra y ponerme a cantar.

Y pronto descubrí que ellos también podían hacerlo, ya que bailaban y cantaban otras cosas.

¿Podrán alguna vez llegar a tocar el órgano?, me pregunté un buen día.

Y fue una sorpresa enorme para mi cuando descubrí que podrían hacerlo, y además muy bien.

– ¿Y cómo se logra?

–  Claro, para poder lograrlo se necesita tiempo, pero esto es aplicable a toda clase de personas, porque no es nada sencillo tocar el piano o el órgano. Lo fundamental es saber aceptar, entender y respetar los tiempos de cada uno. En la medida que eso se de, ellos pueden empezar a producir y a crear.

En mucho de los casos, empecé a trabajar un sistema musical clásico y tradicional.

Poder tocar esta clase de instrumento, a dos manos y leyendo, es realmente difícil para cualquier persona y en el caso de los chicos con deficiencias mentales más aún. Entonces, de acuerdo a cada caso, se aplican diferentes técnicas.

Con el tiempo me fui dando cuenta de que no todos lo pueden hacer de la misma manera y fue así que empecé a idear un trabajo con conductas individualizadas.

– ¿Se podría decir que existen tantas técnicas de enseñanza como discapacitados haya?

 Sí. La cosa es muy individual, porque en el contacto con el chico es cuando uno lo va conociendo y va aplicando una u otra de acuerdo a las necesidades.

Por ejemplo, hay chicos que tienen una imposibilidad de mantener demasiado tiempo la atención fijada en una actividad, entonces es como que hay que agregarlo de manera que, a través del juego, continúe enganchado en la actividad.

Yo he trabajado con chicos de la manera más tradicional: con pentagramas. Y en otros casos utilizando colores dentro del pentagrama.

Pero insisto, la técnica es algo individual y tiene mucho que ver con el respeto que se tiene por la persona que se tiene enfrente.

Si de alguna forma existieran técnicas de enseñanza para personas con deficiencias, estaríamos hablando de una fórmula o una ciencia exacta, y obviamente que no lo es.

Hay una cuestión real en todo esto y tiene que ver con las posibilidades de los chicos. Yo no digo que toda persona con discapacidades mentales esté preparada para tocar un instrumento, hay casos concretos con debilidades mentales profundas o severas donde es muy difícil poder acceder a un nivel abstracto que le permita desarrollarse artísticamente.

De todas formas, tengo que reconocer que me he sorprendido gratamente con personas que no sabían ni leer ni escribir, y que en algunos casos apenas hablaban, ya que he logrado por intermedio del órgano cosas realmente importantes.

– Con el transcurso del tiempo y una vez acrecentados los conocimientos en

virtud de la experiencia: ¿Los objetivos siempre fueron los mismos o se ampliaron?

– No, fui modificando un poco mi idea con respecto a los objetivos fijados al comienzo.

Frente a ciertas patologías o enfermedades, es como que decía “Voy a aplicar tal técnica para lograr que mejore en el aspecto motriz…”.  O bien, Voy a utilizar tal técnica para que mejore en el habla”.  Es decir, tenía demasiado presente lo que era el problema del chico en ese momento.

Pero por suerte, me di cuenta a tiempo que atrás de la patología había un ser humano; y a su vez, comprendí que era necesario invertir las cosas y, sin olvidarme de la enfermedad, empecé a trabajar más con la persona.

Con una persona que puede producir artísticamente algo y ver la importancia que puede tener esa producción.

Por eso, con el tiempo, me fui dando cuenta que podría brindarles la posibilidad de auto reconocerse y, a su vez, ser conocido por los demás.

– ¿Ellos escuchan sus producciones?

– Claro. Por ejemplo, cuando logran tocar una canción y se las grabo y luego se las hago escuchar. Entonces, es ahí donde me doy cuenta de lo importante que es para ellos el hecho de haber producido eso.

– ¿Se reflejan otros avances en otros campos merced a esos logros en el terreno del arte?

– Bueno, esos cambios pueden darse o no. Tienen mucho que ver el estimulo que recibe la persona en su entorno familiar y en los ámbitos que frecuenta. Si a esto le sumamos el auto reconocimiento, es muy probable que se obtengan logros importantes fuera de lo artístico.

– ¿Y qué opinan de todo esto los padres de los chicos que usted atiende?

–  La demanda de los padres no siempre es la misma. Todo depende del caso y del grado de discapacidad.

– ¿ Qué tipo de casos está atendiendo en estos momentos ?

– Bueno, te podría mencionar a dos chicos adolescentes. Por ejemplo, Miguel, padece un retraso mental que le permite tener un muy buen nivel de comprensión, pero presenta dificultades muy grandes en el lenguaje y en la comunicación.

Se puede decir que este chico me abrió los ojos con todo esto, ya que hace seis años que lo conozco y cuando lo ví por primera vez sentado frente a un órgano te juro que pensé que nunca iba a poder tocar ni siquiera una nota.

Sin embargo, pronto empezó a aprender de una manera sorprendente. Comenzó a tocar el órgano primero con una mano, luego con la otra y hoy alcanza a leer una partitura a dos manos, algo realmente muy difícil.

Hoy en día, tal vez alguno se pregunte: ¿Para qué le sirvió a Miguel aprender a tocar el órgano?. Bueno, la respuesta está con solo verlo.

Otro caso interesante es el de Rafael, un chico muy inquieto que le gusta oponerse a todo lo que uno le dice. El siempre tiene el no en la punta de la lengua y para cualquier cosa.

Sinceramente no sabía cuales eran sus posibilidades de progreso. Todo se dio en un principio a través del juego, incluso llegar a jugar a con las teclas del piano.

Así, de a poco y a través del juego, Rafael empezó a estructurar un sistema  de lenguaje musical; algo sencillo pero de toda formas tanto él como yo sabemos que se puede lograr mucho más.

– ¿Es accesible este tipo de tratamiento para una familia de clase media?

Por supuesto.

– ¿Se siente a gusto con lo que hace?

– Sí, yo trabajo con mucha paciencia y a la larga se ven los resultados. No se si el trabajo es complicado, pero me gusta hacerlo.

– ¿Satisfacciones?

– Muchísimas.

(*)  Nota realizada por el editor de Para Todos (Claudio Omar Antunovich), y publicada en el ejemplar impreso Nº 8.